miércoles, 23 de mayo de 2012

Alcanzar una meta rozando el cielo



Este texto está dedicado a una persona especial para mí. Te dije que no derramaras una lágrima más, en tu defensa he de decir que me lo he buscado, y que dejo, que alguna rebelde recorra caprichosamente tu cara y que de una vez por todas de el salto que todo el mundo espera, el salto a la vida.




Durante toda nuestra vida nos proponemos metas y así, le damos un sentido, una razón por la cual mejorar y seguir luchando. A veces son periodos breves que tan solo dejan algunos recuerdos, otros son tan largos que no nos acordamos ni de cuando empezaron. De esta forma la vida va pasando sin apenas darnos cuenta de cuando las cosas empiezan realmente, pero sí, dejando claro donde acaban.

Cuando cruzamos los últimos metros del último tramo, se refleja en nuestras pupilas la bandera a cuadros que señala un punto en el tiempo, ese punto en el que todo empieza y todo termina. En esos instantes, tan solo llega a nuestras mentes la importancia del dar el último paso para que todo merezca la pena, para que el pasado cobre sentido, para que el futuro se llene de más oportunidades. En ese momento tan solo queremos cruzar, finalizar algo que nos ha llevado tanto tiempo, y disfrutar del momento.

Pero una vez que rompemos la cinta con nuestra cintura, nos damos cuenta de que todo lo que conocíamos ha desaparecido en cuestión de segundos, y eso en cierto modo nos abruma. En frente solo divisamos un largo camino lleno de incertidumbre que nos hace mirar atrás, no sin añoranza.

Es entonces cuando analizamos el camino recorrido y los objetivos alcanzados, los mismos que nos han llevado hasta allí. A veces la decepción y el arrepentimiento inundan nuestras mentes, otras consiguen llevarnos a la satisfacción, y solo en unas pocas alcanzan mucho más, algo más alto, tanto que nos hace rozar el cielo. Logramos algo que solo en los sueños y las utopías habíamos conseguido, que solo en el fondo de nuestro ser creeríamos que sería posible, pero que de pronto se ha vuelto realidad. Encontramos una verdadera razón para estar orgullosos, e incluso el mundo que nos rodea, se para a mirarnos y aplaude nuestra victoria con ojos llenos de admiración.

Llegamos a la cima de la montaña, el punto más alto, del que no tenemos ni idea de cómo saldremos, ¿pero acaso importa?. Nos sentimos llenos de confianza para continuar el camino, da igual lo que se interponga, tenemos más de un millón de razones para creer que todo va a salir bien, en realidad, 10x10x9x10x10x10x10x10x10x10 razones, entre las cuales el nueve solo está para recordarnos que el mundo está lleno de incoherencias. Nuestro futuro no está escrito, es variable, modificable y todavía no tenemos ni idea de lo que va a ser, pero estamos dispuestos a dar el primer paso, quizá ciego, quizá en falso, pero lleno de sueños, alegrías, confianza, ilusión y experiencias que nos ayudan a creer que toda caída podrá convertirse en un gran logro.

En este momento nos sentimos en la cima del mundo, y si hemos conseguido un primer triunfo que nos ha llevado a rozar el cielo, quizá la próxima vez lleguemos a traspasarlo. Eso, todavía no ha llegado, de momento disfrutamos flotando entre nubes blancas y dulces, el resto aún está por descubrir, y lo que es mejor, tenemos ganas de hacerlo.

Has llegado hasta aquí, tú sola, sin ninguna ayuda, el mérito es todo tuyo, y ahora el resto se vuelve un poco más fácil. Es hora de dar el salto, y aunque dé vértigo, todos sabemos que estás preparada, lista para comenzar una nueva etapa que te llevará muy lejos, o quizá muy cerca. El único consejo es que no repitas, que experimentes, que corras el riesgo, que confíes en ti..., pero sobre todo, que no pierdas tu esencia porque ella te hará llegar muy alto, tanto como tú quieras. No pierdas nunca la esperanza, no te des por vencida, y que sepas que si resbalas y te caes, siempre habrá alguien para recogerte.

Suerte en el primer día del futuro...

 Un beso acompañado por un empujoncito.
One Girl

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