sábado, 28 de abril de 2012

Rencor VI - ( Peleas de Hermanos)

-          Venga Chuck que llego tarde. Levántate que se hace tarde.
Zoe lo sacudía. ¿Qué pasaba? Él estaba durmiendo, que lo dejaran dormir en paz. Pero Zoe no se rendía. Finalmente se desperezó. Cayó en la cuenta de que le había prometido llevarla a casa de una amiga y se arrepintió al momento. Nadie le había avisado de que tendría que madrugar.
Cuando llegaron a casa de Allison, Zoe bajó rápidamente del coche después de decirle a su hermano lo bueno y maravilloso que era. Chuck se quedó mirando como entraba en el portal riendo algo incrédulo por el buen humor de su hermana. Zoe era alegre pero no tanto cuando se trataba de madrugar aunque fuera para ir a casa de una amiga y más si su hermano la llevaba tarde. Justo al salir se cruzó con la madre de Allison. Era una mujer muy agradable y cariñosa. Chuck la conocía de cuando eran más pequeños ya que solía pasar muchas tardes allí jugando con el hermano mayor de Allison: Worrik. Worrik era un año mayor que él. De niños habían sido muy amigos, pero poco a poco Worrik se había ido juntando con compañías que a Chuck no le interesaban, y su forma de tratar a Chace por ser el más pequeño y el único niño blanco del grupo, no era de su agrado. Chace, a pesar de ser de la misma edad que Chuck, físicamente siempre había sido totalmente contrario (como en todo lo demás). Era muy menudito y no muy alto ni muy fuerte. Desde entonces las cosas habían cambiado bastante. Chuck seguía siendo el más grande y fuerte de todos pero Chace, había crecido mucho, era casi tan alto como su amigo, menos musculoso aunque igual de resistente. En cambio a Worrik le había pasado lo contrario, poco a poco se había ido quedando pequeño aunque era bastante musculoso fruto de gran entrenamiento, era notablemente más bajo que ambos amigos.
-          ¡Hola Chuck! ¿Qué tal? ¡Dios mío!, estás enorme. ¿Y a tu madre como le va? Hace tanto que no la veo. Por esta casa solo aparece tu hermana, y que siga viniendo que sabes que vosotros siempre seréis bienvenidos en está casa.
-          ¡Hola Sra. Brown! A mi madre bien, bueno como últimamente, ya sabes. Y por aquí ¿qué tal va?
-          Muy bien y hoy en especial porque Allison fue a dormir a casa de una amiga y hasta mañana por la mañana no viene. Créeme, la casa está tan tranquila que me asusta. Ya conoces a Allison, junta adolescente, escandalosa e impulsiva y ahí tienes el resultado.
Chuck se quedó callado. ¿Qué hacía Zoe en esa casa si Allison no estaba allí? Se despidió lo más cariñosamente que pudo. Se metió en el coche y pensó en lo que hacer. Aquello era muy raro. Decidió aparcar el coche en otra calle cercana, ya que este era demasiado llamativo  y sabrían que estaba por allí. Se dirigió de nuevo hacia la casa de los Brown. Justo antes de torcer la esquina de la calle donde se encontraba la casa, escuchó las risas de dos personas. Una era una risa masculina y la otra era femenina y se parecía mucho a la risa de Zoe. Asomó la cabeza desde la esquina teniendo especial cuidado en no ser visto. Definitivamente aquella era Zoe. Estaban bajando por las escaleras de incendios desde el tercer piso, donde se encontraba el pequeño apartamento de los Brown. La acompañaba un chico que Chuck juraría que era Worrik.
-          Zoe, con cuidado o nos va a pillar mi madre.
-          Tranquilo Wo, ¿qué pasa? ¿no te fías de tu chica?
Él se acercó a ella, la cogió por la cintura y poco a poco la fue acercando hacia él susurrando algo que Chuck no logró entender. Sinceramente fue mejor que no lo entendiera, pues sino Chuck podría haber perdido los estribos. Aunque poco más aguantó. Worrik empezó tocándole el culo, y delicadamente fue subiendo hacia arriba. Sus manos se deslizaron bajo la camisa de Zoe y segundos después, la besó. Aquello fue demasiado para Chuck. Definitivamente perdió todo el control que le quedaba. Esa era su hermana. Y aquel chaval, aquel idiota... ¿cómo se atrevía? Sus pensamientos dejaron de tener sentido. Cuando la rabia se apodera de uno, el resto de las cosas dejan de tener importancia. O al menos no reparas en ellas. Inconscientemente salió corriendo hacia donde se encontraba la pareja.
-          ¿Qué coño te crees que haces? Aparte de que me has mentido como una cobarde, te vienes con un tío tres años más mayor que tú y que resulta que es un gilipollas. Pero no te das cuenta de que se  aprovecha de ti.
-          -¡Chuck! ¡¿Me estabas vigilando?! Chuck, tu no eres quien para decirme que tengo que hacer, ni con quien estar. Y además ni se te ocurra hablar así de Worrik. Que tú seas un amargado, enfadado con todo el mundo no es culpa mía, así que si me haces el favor, vete.
-          ¡No! Zoe, vas a bajar ahora mismo de ahí y vas a venir conmigo. Vas a prometerme que no vas a ver a éste nunca más. Y si te preguntas por qué, porque te lo ordeno yo.
-          Y si no lo hago, ¿qué me harás? ¿Decírselo a mamá o prefieres  ir a buscar a papaíto a los confines de la tierra?
-          ESO NO TIENE GRACIA. Y CÓMO NO VENGAS IRE A BUSCARTE AHÍ ARRIBA Y TE ASEGURO QUE LE METERÉ UNA  PALIZA A WORRIK QUE SE VA A  ENTERAR. Y SÍ, SE LO DIRÉ A MAMA. – en aquellos momentos Chuck hablaba  con voz muy alta casi gritando y vocalizando palabra por palabra como si quisiera dejar muy claro su mensaje. Su voz sonaba más grave de lo habitual  teñida por el odio y el descontrol.
-          Mira  CHUCK, deja de decir tonterías. ¿Qué le vas a contar a mamá? ¿Nada, que como Zoe no me obedecía cogí y le pegué una paliza a su novio, ese que es hijo de una amiga tuya?  ¡Venga ya! Chuck creo que lo mejor será que te vayas por dónde  has venido y hagas como si no hubieras visto nada.
-          No me voy a ir a ninguna parte hasta que hagas lo que te he dicho.  -  entonces Chuck cogió el móvil e hizo que iba a llamar a su madre, bueno en realidad no fingió, eso era lo que pensaba hacer.
En ese momento en un intento desesperado por detenerle, su hermana perdió los estribos mientras su ``querido’’ novio permanecía impasible durante aquella escena, algo que Chuck prefería.
-          ¡CHUCK, HAS PERDIDO EL JUICIO!  Pensaba que tu seriedad era que habías madurado y que estabas pasando por una época complicada, pero veo que no. Lo que te pasa es que eres un idiota. Culpas a  la gente por dirigir la vida de los demás. Por dejarlos sin libertad. Por creerse que son superiores al resto del mundo, que lo que ellos piensan es lo mejor, lo único real y que tiene sentido: lo correcto, y que los pensamientos de lo demás están equivocados y cegados porque ellos no quieren ver más allá. Pero me he dado cuenta que ese eres tú. Miras tu forma de pensar y no entiendes, es más, ni siquiera tratas de entender la forma de pensar de los otros. Te crees la persona desgraciada a la que todo le sale mal y que los demás lo tienen todo hecho, que su vida es sencilla o por lo menos más que la tuya. Te crees con derecho a quejarte a molestarles, contestarles o insultarles porque ellos no tienen esa vida tan desgraciada como tú. Pues te diré una cosa, no es así, ni tú eres tan desgraciado, ni ellos tienen las cosas tan fáciles como tú te crees. Y creo que haces eso porque te sientes solo, te cierras en ti mismo y no dejas que los demás lleguen a ti, porque no los consideras suficientemente importantes para que tu pierdas un poco de tiempo en ellos en lugar de pensar tanto en ti mismo.
Las palabras de Zoe se clavaron como si se tirara a una piscina llena de clavos. Porque las palabras duelen. A veces te desgarran. Sobre todo cuando te das cuenta de que el significado que hay en ellas refleja la realidad. Que cada palabra cuenta un poquito de verdad y que todas juntas se convierten en una pesadilla que tú mismo estás viviendo. Y si la persona que te las dice es aquella a la que más quieres, por la que más darías y a la que más valoras, aún duele mucho más. Hasta el punto de que te tortura. Porque a excepción de otra mucha gente lo que piense ella, realmente te importa.
Chuck se dio la vuelta. Quizá para refugiarse de las palabras. Quizá para ocultar las lágrimas que empezaban a caerle por ambos lados de la cara y que era incapaz de retener. Luchó contra ellas, pero se escurrían caprichosamente, sin ninguna opción. Pocas veces había llorado, pero esta era la primera vez que realmente no quería llorar, no porque no tuviera sentido o por la vergüenza de estar llorando, bueno quizá eso influía un poco. Pero la verdadera razón de por qué no quería llorar esta vez, era porque en esta ocasión sentía cada gota que le caía por las mejillas. Cada una que se deslizaba desde su cara hasta un lugar desconocido expresaba el dolor que sentía en ese momento.  Oyó  los pasos acelerados de Zoe que le seguían. Escuchaba su voz llamándole a gritos. Pero Chuck corría. Corría sin pensar, hacia cualquier lugar. Hacia ninguno. Buscaba un refugio para aislarse del mundo, para estar solo. Él y sus pensamientos. Incluso prefería que sus pensamientos le dejaran tranquilo por una vez. Su misión ahora era escapar. Por nada del mundo volvería a casa esa noche. Ni siquiera tendría que avisar a  su madre, Zoe lo haría por él.

miércoles, 25 de abril de 2012

Errores

Músculos tensos, respiración acelerada, algo inquieta las entrañas de tu mente. Pero en tu mente no es retenido, de allí se  extiende por todo tu cuerpo. Intentas poner la mente en blanco, dejar de pensar el ello, imposible. A cada segundo tu mente analiza miles de millones de posibilidades, cada uno de los resultados de no haber actuado de esa forma. Durante tan solo unos instantes deseas volver al pasado y plantearte de otra manera lo que ahora se ha convertido en un problema sin solución. Te preguntas cómo habrían sido las cosas y cuánto presente habrías alterado.  Entonces empiezas a a sacarlo todo de quicio, agitas la cabeza desesperado, frotando tus manos entre tus cabellos hasta que poco a poco solo buscas esconderte. Colocas tus manos sobre tu rostro notando el aroma del champú que usas diariamente, el que ha dejado su frescor después de tantos juegos con tu pelo rebelde. Inspiras confianza a través de tu olfato, consiguiendo relajar tu mente intentando hacerle creer que que con un poco de suerte todo estará solucionado. Entonces el nerviosismo patente en tus labios llenos de heridas provocadas por los dientes, y en tus mordidas uñas fruto de la ansiedad, se tornan al enfado, a la rabia por no haber pensado antes, por ahora necesitar la suerte. Los remordimientos desaparecen transformándose en reproches. ¿Por qué no le diste la importancia requerida? Te confiaste pensando que todo estaba bajo control. Te confundiste, pecaste por ello, y ahora ya no existe marcha atrás, ahora tan solo puedes pasar página y aceptar las consecuencias.
Y solo cuando llegas a este punto, te percatas de que errar, es humano.

Rencor V - Ella


Venga, ahora no te rindas sigue y no pares. Ya se que quieres irte a la cama que estás muy cansada, pero para llegar al éxito hay que practicar y practicar y practicar. Y para ello hay que sufrir. Pero era inútil, aquel chico no dejaba de aparecer en sus pensamientos. Desde hacía tiempo no se lo quitaba de la cabeza, y hoy había sido todo tan rápido. Ahora aún le gustaba más era tan. . . ¿agradable? No esa no era la palabra. Parecía tan maduro, respetuoso y considerado. Le llamaba la atención que aquel chico en el ambiente que vivía tuviera ese carácter.
Le sonó el móvil, era Carl. No cogió. No tenía ganas de hablar con él. Al poco rato recicibió un mensaje. Por supuesto que era de Carl: xq no coges? T echo de - llamame. Carl a veces podía resultar tan dulce. En realidad a ella no le gustaba, nunca le había gustado, a menos no lo suficiente para ser pareja. Pero se había dejado convencer por las amigas. Carl era el tío guay, fuerte y atractivo con el que toda chica soñaba. En un principio las cosas no habían ido mal, pero poco a poco se había dado cuenta que Carl solo se movía por sus intereses. Solo le prestaba atención cuando él quería, y si se enfadaba tenía que tener cuidado porque cualquiera puede ser su descarga a su furia. En más de una ocasión le había dado algún golpe pero después siempre te venía cariñosamente diciendo que no había sido su intención. Últimamente las cosas iban a peor no porque le hiciera daño físico, es más hacía tiempo que no le levantaba la mano, pero sí la insultaba, la culpaba de sus problemas, le hacía sentir como una mierda. Por eso ella intentaba evitarlo. Y la verdadera razón de por qué no lo dejaba era que, por mucho que le doliera, era porque le tenía miedo.

viernes, 6 de abril de 2012

Las apariencias... importan

'La gente si que juzga un libro por su portada'
Steve Jobs

Ojalá no fuera cierto, ojalá no fuera así, pero todo el mundo juzga por el aspecto. A veces no  nos damos ni cuenta, otras somos perfectamente conscientes, pero generalmente formamos una idea en nuestra mente según el aspecto exterior. El problema viene cuando no rectificamos sobre esa idea, no le damos una oportunidad, para demostrarnos realmente su valía. 
Entonces, encontramos razones para esconder quienes somos verdaderamente. Ocultamos nuestros rasgos que a nuestro punto de vista la gente puede juzgar. Perdemos nuestra verdadera esencia, poco a poco, lentamente, ante un mundo que lo juzga todo, sin conocernos, sin intentos de entender. Probablemente un proceso inevitable...

martes, 3 de abril de 2012

Rencor IV - Primer encuentro

Cuando salieron ya era tarde, era un día de abril, por lo que ya había anochecido. Se pararon en una cafetería a tomar algo para reponer las fuerzas gastadas en el entrenamiento.  Normalmente solían ir a un un pequeño bar cerca de la casa de Chuck. Pero en esta ocasión, decidieron irse al Starbucks situado en la esquina de enfrente de la academia de baile de Zoe. No era porque les gustaran especialmente lo que allí vendían, de hecho no había nada como los enormes bocadillos del pequeño bar Connor's, nombre que recibía debido al nombre del dueño: Joey Connor. Allí los platos eran abundantes y con un buen precio, a veces más que bueno,  ya que Joey conocía a los chavales. Pero en esta ocasión, prefirieron el Starbucks  porque allí  tenían otro tipo de amigo: el dependiente  Martin  Carrol. Martin era un joven sin muchas luces, algo gordito y con una mirada dulce y al mismo tiempo divertido. Era demasiado inocente y bonachón por lo que Chuck y su amigo lo pasaban en grande gastándole bromas. Y si por casualidad, Martin no estaba allí, no importaba, a ambos amigos les llegaba con observar a las camareras, que solían ser universitarias. En esta ocasión no vieron a Martin, estuviera o no, pero tampoco les dio tiempo a pensar en él, pues una pelirroja muy sexy se acercó para atenderles.

-          Buenas noches. ¿Qué que les gustaría tomar?

-     Iba a pedir un Caramel Macchiato, pero pensándolo mejor..., tu seguro que estás más dulce.-  como siempre Chace no se daba cuenta que este tipo de bromas no hacían gracia y ni siquiera servían para ligar.

-     Mira chaval, yo estoy trabajando, si lo que quieres es tomar el pelo vete a otra parte a molestar a otro, y si no dime lo que quieres que esté dentro de la carta que tienes en tus manos. - a esta chica no le hacían  ninguna gracia las bromas, aunque Chuck ya se lo esperaba.

-   ¡Oy oy! Como se nos pone la camarera, a lo mejor tendré que escribirlo en el libro de reclamaciones...

-          Lo siento esto es una cafetería y no tenemos libro de reclamaciones, si quiere quejarse, vaya directamente al encargado y cuéntele sus problemas, ahora bien, no creo que a un maloso como tu al que la policía conoce le haga mucho caso. Pero supongo que no pierdes nada por intentarlo.

-          Así que sabes quién soy yo, me conoces ¿eh? Fíjate tú, que yo a ti no.

-          Bueno por que no cambiamos de tema. - Chuck decidió intervenir, porque aunque muy distintos fueran su amigo y aquella chica, había algo en lo que eran iguales: a ninguno le gustaba perder - ponnos dos Caramel Macchiato, por favor.

La chica se dio por satisfecha, dio media vuelta y se marchó a realizar el encargo. Chace demostró su malestar soltándole un sermón de lo poco que entendía a las chicas, y que aunque no lo pareciera la tenía casi en el bote. Gracias a dios que este no duró mucho porque poco más de dos minutos  después apareció la joven de nuevo para servirles sus bebidas. Al depositarlas sobre la mesa provocó que el aroma de su perfume llegara hasta Chuck. Era dulzón pero sin ser empalagoso dejando un leve frescor que delataba que se trataba de un perfume de marca.

-          Perdona, ¿yo a ti te conozco de algo? - dijo refiriéndose a Chuck - es que me suenas mucho tu cara.

-          Pues no se si tú me conoces pero yo a ti es la primera vez que te veo, sino seguro que me acordaría de ti.

En realidad Chuck no querría haber dicho eso en voz alta, pero ya no había vuelta atrás y a la chica no pareció molestarle. De hecho sonrió tímidamente enrojeciéndosele las blancas mejillas aunque apenas se le notó por la capa de maquillaje que llevaba. Después dio media vuelta y se marchó a atender a unos nuevos clientes. Chace se le quedó mirando descaradamente al culo mientras se iba. Después giró la cabeza para mirar a su amigo con cara de incredulidad.

-          A: ¿desde cuando se te dan bien las chicas?; y B: la tenías a tiro, ¿cómo la dejaste marchar? Haber dicho algo, cualquier cosa.

-          Chace, cuando te quiera pedir un consejo sobre chicas lo haré, es más, si algún día te lo pido avísame, porque querrá decir que no estoy en mi sano juicio.

-          Gracias por la confianza.

Cuando ya estaban dispuestos para marcharse, después de pagar para que quede claro porque con estos dos nunca se sabe, se les acercó de nuevo la camarera pelirroja.

-          Llevo dándole vueltas todo el rato y ya se de que te conozco, bueno de que me suenas porque en realidad no te conozco, al menos formalmente. ¿Eres el hermano de Zoe Brighton? ¿El que la va a recoger al salir de la academia de baile en un coche azul, bueno en fin para que engañarnos, medio destartalado? - al escuchar todo aquello los dos amigos se quedaron algo cortados, aquella chica conocía sus vidas al detalle.- lo siento, quizá me he equivocado...
En esta ocasión Chace reaccionó más rápido.
-          Oye pero quien te crees que eres tu para insultar a nuestro precioso coche. Al paso que vamos tu y yo voy a acabar llamando al encargado.

-          Osea que sí que eres el hermano de Zoe.

-          Sí, el mismo, y... ¿quién se supone que eres tú?

-          Uhm, siento no haberme presentado. Soy Nicole Dunst - dijo señalando la plaquita de metal que llevaba en el pecho, consiguiendo que Chuck se sintiera idiota por no haberse dado cuenta.- voy a la misma escuela de baile que tu hermana, la que está en la esquina de enfrente.

Cuando Chuck llegó a casa su familia ya estaba allí esperándole para diferentes fines: su madre, como no, para echarle una bronca por lo tarde que llegaba, pero eso ya era rutinario; Zoe para pedirle que mañana por la mañana la llevara a casa de una amiga y su padrastro Tom, bueno ese simplemente para amargarle la vida. Directamente se fue a su habitación sin prestar mucha atención a lo todo el mundo le decía. Su hermana entró seguidamente en su búsqueda, se notaba que tenía mucho interés en que su hermano la llevara a casa de una amiga. Después de prometerle que así lo haría Chuck decidió preguntarle por la camarera del Starbucks.
-          Zoe,  ¿Tú conoces a una chica de la academia de baile que se llama Nicole, Nicole Dunts?
-          Nicole..., ¿no estarás hablando de Nikki ginger?
-          Bueno, supongo porque es pelirroja y muy sexy además.
-          ¡Ay no! Lo que me faltaba era que a ti te gustara esa asquerosa.
-          Venga Zoe no te pases que no te pudo haber hecho nada tan horrible para que la odies tanto. Si parecía una chica muy agradable.
-          Pues si te parece poco amargarme la existencia en la academia, lo gana todo y luego se regocija delante de tus narices de lo buena que es, me humilla delante de todo el mundo, . . . es sinceramente una niña mimada que en su vida ha hecho nada por merecer lo que tiene y que valora muy poco el esfuerzo de los demás.
 
A Chuck aquello le parecía muy raro. No se parecía en nada a la chica que el había conocido. Tenía que tratarse de otra persona.