-
Venga
Chuck que llego tarde. Levántate que se hace tarde.
Zoe lo
sacudía. ¿Qué pasaba? Él estaba durmiendo, que lo dejaran dormir en paz. Pero
Zoe no se rendía. Finalmente se desperezó. Cayó en la cuenta de que le había
prometido llevarla a casa de una amiga y se arrepintió al momento. Nadie le
había avisado de que tendría que madrugar.
Cuando
llegaron a casa de Allison, Zoe bajó rápidamente del coche después de decirle a
su hermano lo bueno y maravilloso que era. Chuck se quedó mirando como entraba
en el portal riendo algo incrédulo por el buen humor de su hermana. Zoe era
alegre pero no tanto cuando se trataba de madrugar aunque fuera para ir a casa
de una amiga y más si su hermano la llevaba tarde. Justo al salir se cruzó con
la madre de Allison. Era una mujer muy agradable y cariñosa. Chuck la conocía
de cuando eran más pequeños ya que solía pasar muchas tardes allí jugando con
el hermano mayor de Allison: Worrik. Worrik era un año mayor que él. De niños
habían sido muy amigos, pero poco a poco Worrik se había ido juntando con
compañías que a Chuck no le interesaban, y su forma de tratar a Chace por ser
el más pequeño y el único niño blanco del grupo, no era de su agrado. Chace, a
pesar de ser de la misma edad que Chuck, físicamente siempre había sido
totalmente contrario (como en todo lo demás). Era muy menudito y no muy alto ni
muy fuerte. Desde entonces las cosas habían cambiado bastante. Chuck seguía
siendo el más grande y fuerte de todos pero Chace, había crecido mucho, era
casi tan alto como su amigo, menos musculoso aunque igual de resistente. En
cambio a Worrik le había pasado lo contrario, poco a poco se había ido quedando
pequeño aunque era bastante musculoso fruto de gran entrenamiento, era
notablemente más bajo que ambos amigos.
-
¡Hola
Chuck! ¿Qué tal? ¡Dios mío!, estás enorme. ¿Y a tu madre como le va? Hace tanto
que no la veo. Por esta casa solo aparece tu hermana, y que siga viniendo que
sabes que vosotros siempre seréis bienvenidos en está casa.
-
¡Hola
Sra. Brown! A mi madre bien, bueno como últimamente, ya sabes. Y por aquí ¿qué
tal va?
-
Muy
bien y hoy en especial porque Allison fue a dormir a casa de una amiga y hasta
mañana por la mañana no viene. Créeme, la casa está tan tranquila que me
asusta. Ya conoces a Allison, junta adolescente, escandalosa e impulsiva y ahí
tienes el resultado.
Chuck se
quedó callado. ¿Qué hacía Zoe en esa casa si Allison no estaba allí? Se
despidió lo más cariñosamente que pudo. Se metió en el coche y pensó en lo que
hacer. Aquello era muy raro. Decidió aparcar el coche en otra calle cercana, ya
que este era demasiado llamativo y
sabrían que estaba por allí. Se dirigió de nuevo hacia la casa de los Brown.
Justo antes de torcer la esquina de la calle donde se encontraba la casa,
escuchó las risas de dos personas. Una era una risa masculina y la otra era
femenina y se parecía mucho a la risa de Zoe. Asomó la cabeza desde la esquina
teniendo especial cuidado en no ser visto. Definitivamente aquella era Zoe.
Estaban bajando por las escaleras de incendios desde el tercer piso, donde se
encontraba el pequeño apartamento de los Brown. La acompañaba un chico que
Chuck juraría que era Worrik.
-
Zoe,
con cuidado o nos va a pillar mi madre.
-
Tranquilo
Wo, ¿qué pasa? ¿no te fías de tu chica?
Él se acercó
a ella, la cogió por la cintura y poco a poco la fue acercando hacia él
susurrando algo que Chuck no logró entender. Sinceramente fue mejor que no lo
entendiera, pues sino Chuck podría haber perdido los estribos. Aunque poco más
aguantó. Worrik empezó tocándole el culo, y delicadamente fue subiendo hacia
arriba. Sus manos se deslizaron bajo la camisa de Zoe y segundos después, la
besó. Aquello fue demasiado para Chuck. Definitivamente perdió todo el control
que le quedaba. Esa era su hermana. Y aquel chaval, aquel idiota... ¿cómo se
atrevía? Sus pensamientos dejaron de tener sentido. Cuando la rabia se apodera
de uno, el resto de las cosas dejan de tener importancia. O al menos no reparas
en ellas. Inconscientemente salió corriendo hacia donde se encontraba la
pareja.
-
¿Qué
coño te crees que haces? Aparte de que me has mentido como una cobarde, te
vienes con un tío tres años más mayor que tú y que resulta que es un
gilipollas. Pero no te das cuenta de que se
aprovecha de ti.
-
-¡Chuck!
¡¿Me estabas vigilando?! Chuck, tu no eres quien para decirme que tengo que
hacer, ni con quien estar. Y además ni se te ocurra hablar así de Worrik. Que
tú seas un amargado, enfadado con todo el mundo no es culpa mía, así que si me
haces el favor, vete.
-
¡No!
Zoe, vas a bajar ahora mismo de ahí y vas a venir conmigo. Vas a prometerme que
no vas a ver a éste nunca más. Y si te preguntas por qué, porque te lo ordeno
yo.
-
Y
si no lo hago, ¿qué me harás? ¿Decírselo a mamá o prefieres ir a buscar a papaíto a los confines de la
tierra?
-
ESO
NO TIENE GRACIA. Y CÓMO NO VENGAS IRE A BUSCARTE AHÍ ARRIBA Y TE ASEGURO QUE LE
METERÉ UNA PALIZA A WORRIK QUE SE VA
A ENTERAR. Y SÍ, SE LO DIRÉ A MAMA. – en
aquellos momentos Chuck hablaba con voz
muy alta casi gritando y vocalizando palabra por palabra como si quisiera dejar
muy claro su mensaje. Su voz sonaba más grave de lo habitual teñida por el odio y el descontrol.
-
Mira CHUCK, deja de decir tonterías. ¿Qué le vas a
contar a mamá? ¿Nada, que como Zoe no me obedecía cogí y le pegué una paliza a
su novio, ese que es hijo de una amiga tuya?
¡Venga ya! Chuck creo que lo mejor será que te vayas por dónde has venido y hagas como si no hubieras visto
nada.
-
No
me voy a ir a ninguna parte hasta que hagas lo que te he dicho. -
entonces Chuck cogió el móvil e hizo que iba a llamar a su madre, bueno
en realidad no fingió, eso era lo que pensaba hacer.
En ese
momento en un intento desesperado por detenerle, su hermana perdió los estribos
mientras su ``querido’’ novio permanecía impasible durante aquella escena, algo
que Chuck prefería.
-
¡CHUCK,
HAS PERDIDO EL JUICIO! Pensaba que tu seriedad
era que habías madurado y que estabas pasando por una época complicada, pero
veo que no. Lo que te pasa es que eres un idiota. Culpas a la gente por dirigir la vida de los demás.
Por dejarlos sin libertad. Por creerse que son superiores al resto del mundo,
que lo que ellos piensan es lo mejor, lo único real y que tiene sentido: lo
correcto, y que los pensamientos de lo demás están equivocados y cegados porque
ellos no quieren ver más allá. Pero me he dado cuenta que ese eres tú. Miras tu
forma de pensar y no entiendes, es más, ni siquiera tratas de entender la forma
de pensar de los otros. Te crees la persona desgraciada a la que todo le sale
mal y que los demás lo tienen todo hecho, que su vida es sencilla o por lo
menos más que la tuya. Te crees con derecho a quejarte a molestarles,
contestarles o insultarles porque ellos no tienen esa vida tan desgraciada como
tú. Pues te diré una cosa, no es así, ni tú eres tan desgraciado, ni ellos
tienen las cosas tan fáciles como tú te crees. Y creo que haces eso porque te
sientes solo, te cierras en ti mismo y no dejas que los demás lleguen a ti,
porque no los consideras suficientemente importantes para que tu pierdas un
poco de tiempo en ellos en lugar de pensar tanto en ti mismo.
Las palabras
de Zoe se clavaron como si se tirara a una piscina llena de clavos. Porque las
palabras duelen. A veces te desgarran. Sobre todo cuando te das cuenta de que
el significado que hay en ellas refleja la realidad. Que cada palabra cuenta un
poquito de verdad y que todas juntas se convierten en una pesadilla que tú
mismo estás viviendo. Y si la persona que te las dice es aquella a la que más
quieres, por la que más darías y a la que más valoras, aún duele mucho más.
Hasta el punto de que te tortura. Porque a excepción de otra mucha gente lo que
piense ella, realmente te importa.
Chuck se dio
la vuelta. Quizá para refugiarse de las palabras. Quizá para ocultar las
lágrimas que empezaban a caerle por ambos lados de la cara y que era incapaz de
retener. Luchó contra ellas, pero se escurrían caprichosamente, sin ninguna
opción. Pocas veces había llorado, pero esta era la primera vez que realmente
no quería llorar, no porque no tuviera sentido o por la vergüenza de estar
llorando, bueno quizá eso influía un poco. Pero la verdadera razón de por qué
no quería llorar esta vez, era porque en esta ocasión sentía cada gota que le
caía por las mejillas. Cada una que se deslizaba desde su cara hasta un lugar
desconocido expresaba el dolor que sentía en ese momento. Oyó
los pasos acelerados de Zoe que le seguían. Escuchaba su voz llamándole
a gritos. Pero Chuck corría. Corría sin pensar, hacia cualquier lugar. Hacia
ninguno. Buscaba un refugio para aislarse del mundo, para estar solo. Él y sus
pensamientos. Incluso prefería que sus pensamientos le dejaran tranquilo por
una vez. Su misión ahora era escapar. Por nada del mundo volvería a casa esa
noche. Ni siquiera tendría que avisar a
su madre, Zoe lo haría por él.